La posición de privilegio que tiene Google en el ecosistema móvil fue motivo más que suficiente para que el gigante de las búsquedas y del ecosistema móvil se metiera de lleno a crear un sistema operativo para los wearables, ese dispositivo de muñeca que Pebble había comenzado a popularizar entre los usuarios.
Pero con el paso de los años, los chicos de Mountain View han visto como la limitación que impuso a los fabricantes a la hora de personalizar las versiones de Android Wear de sus dispositivos, junto el poco tirón que tienen estos dispositivos, han obligado algunos fabricantes a dejar de apostar no solo por esta plataforma temporalmente, como es el caso de Motorola, uno de los primeros que apostó por ella.
La última gran actualización de Android Wear se presentó oficialmente en mayo del año pasado pero hasta principios de este año no comenzó a llegar a los dispositivos compatibles. Desde la fecha poco más se ha sabido de lo que debería ser la tercera generación de Android Wear.
La única noticia relacionada con la evolución de esta plataforma la encontramos en el abandono del ingeniero jefe de Android Wear, quien ha pasado a formar parte de la plantilla de Stripe, una plataforma de pagos mediante el móvil.
El abandono de ingeniero jefe confirma que Android Wear necesita una completa remodelación, no solo en su funcionamiento sino también a la hora de ofrecer más libertades a los fabricantes que opten por utilizarla. Actualmente watchOS de Apple y Tizen de Samsung son las plataformas más utilizadas, muy por encima de Android Wear.
Si Google sigue sin dar señales de vida, puede que en un futuro no muy lejano, los fabricantes que siguen apostando por los smartwatches, opten por negociar con Samsung y comiencen a adoptar el sistema operativo de la firma coreana, un sistema operativo que ofrece un consumo mucho más optimizado, mejor rendimiento y que actualmente tiene un gran número de aplicaciones disponibles.
