La llegada de la Ley de Mercados Digitales (DMA) en la UniĂłn Europea supuso un cambio importante en el panorama tecnolĂłgico: por primera vez, Apple debĂa abrir la puerta a que los usuarios de iPhone y iPad pudieran navegar con aplicaciones que usaran motores de navegador distintos a WebKit, el motor desarrollado por la propia Apple. Sin embargo, más de un año despuĂ©s de esta normativa, la presencia real de navegadores alternativos en iOS es prácticamente simbĂłlica.
La polĂ©mica en torno a la polĂtica de navegadores de Apple no parece tener fin. Aunque en la teorĂa ya serĂa posible descargar versiones de navegadores como Chrome (Blink) o Firefox (Gecko) que funcionen con su propio motor, en la práctica, tanto los usuarios como los desarrolladores se encuentran con una serie de obstáculos que van desde impedimentos tĂ©cnicos hasta trabas legales y econĂłmicas. Todo ello hace que la competencia efectiva sea casi inexistente.
El supuesto cambio con iOS 17.4 y la realidad actual

Apple anunciĂł que, a partir de iOS 17.4, los desarrolladores podrĂan lanzar navegadores web en la UniĂłn Europea con motores diferentes al suyo propio. Esta medida respondĂa a la exigencia de la DMA de garantizar una competencia más justa en plataformas digitales. Sin embargo, organizaciones como Open Web Advocacy (OWA) y representantes de Mozilla han señalado pĂşblicamente que las condiciones impuestas por Apple dificultan, y mucho, la implementaciĂłn de estos navegadores.
Uno de los problemas principales es que las compañĂas interesadas en ofrecer versiones alternativas de sus navegadores se ven obligadas a construir una app totalmente nueva, exclusiva para el mercado europeo. AsĂ, no pueden simplemente actualizar su aplicaciĂłn existente, lo que les obliga a mantener dos desarrollos separados y perder parte de su base de usuarios consolidada fuera de la UE.
Además, el proceso de prueba y despliegue es más complejo. Apple no facilita herramientas especĂficas para que los desarrolladores fuera de Europa puedan comprobar el funcionamiento de estos nuevos navegadores, lo que complica la creaciĂłn y el testeo de software estable en mercados globales.
Las verdaderas barreras a la competencia
Para la OWA y distintas voces del sector, estas condiciones limitan enormemente la capacidad de competir en igualdad de condiciones. No solo hay obstáculos legales y técnicos, sino también una importante barrera económica: mantener dos apps implica duplicar esfuerzos de desarrollo, soporte y marketing, algo que no todos los actores pueden permitirse.
Mozilla, por ejemplo, ha expresado que las propuestas de Apple no permiten dar a los consumidores alternativas reales, sino que hacen el proceso “lo más complicado posible”. Y aunque tĂ©cnicamente es posible crear navegadores que utilicen motores como Blink o Gecko, la ausencia de ejemplos en la App Store revela que la estrategia de la compañĂa sigue protegiendo el dominio de Safari en iOS.
Otra cuestiĂłn interesante es que Apple permite, sobre el papel, que una app de navegador combine motores distintos en una misma aplicaciĂłn, o que informe mediante un banner sobre la disponibilidad de nuevas versiones. Sin embargo, ninguna gran empresa ha optado por estas alternativas, posiblemente porque el coste y complejidad siguen siendo demasiado altos.
¿Por qué proteger tanto Safari?
Más allá de los argumentos de seguridad y privacidad, hay un componente claramente econĂłmico en la estrategia de Apple. SegĂşn informes especializados, los acuerdos con Google para mantener su buscador como predeterminado en Safari suponen ingresos de hasta 20.000 millones de dĂłlares anuales para la compañĂa, lo que equivale aproximadamente al 15 % de sus beneficios operativos.
La simple pĂ©rdida de cuota de mercado por parte de Safari podrĂa significar cientos de millones de dĂłlares menos cada año, sin contar el posible descenso en ingresos de la App Store si el uso de aplicaciones web aumentara en detrimento de las apps nativas.
La perspectiva de Apple: seguridad ante todo
Ante las crĂticas, Apple defiende que sus restricciones responden a la protecciĂłn del usuario y a la estabilidad del sistema. Fuentes internas argumentan que WebKit es una pieza básica de la arquitectura de iOS y que permitir otros motores puede abrir la puerta a nuevas vulnerabilidades y riesgos.
El gigante de Cupertino sostiene que se encuentra en un periodo de transiciĂłn, negociando con empresas rivales y ajustando su polĂtica de desarrollo para que el cambio no implique problemas para los usuarios.
¿Impedimentos reales o desinterés de los desarrolladores?
Existe cierto debate sobre si el problema radica Ăşnicamente en las limitaciones impuestas por Apple o si, en realidad, los desarrolladores no ven rentable crear y mantener navegadores exclusivos para la UE. Al requerirse una aplicaciĂłn distinta solo para este mercado, con todas las complicaciones que eso conlleva, muchas empresas prefieren centrarse en otras plataformas donde el retorno de la inversiĂłn sea mayor.
La falta de diferencias prácticas entre navegadores en iOS (más allá de la interfaz) tampoco ayuda a generar una mayor oferta. En la actualidad, todas las apps de navegador comparten el mismo motor WebKit, lo que impide que existan ventajas técnicas o de rendimiento entre unas y otras, como ocurre en ordenadores.
RegulaciĂłn, presiĂłn internacional y futuro del mercado
El asunto no termina en Europa. También en Reino Unido, organismos regulatorios han abierto investigaciones sobre el posible freno a la innovación de Apple y Google en el ámbito de los navegadores móviles. De momento, no se han encontrado grandes diferencias de rendimiento entre WebKit y otros motores, aunque la batalla regulatoria promete continuar en los próximos años.
Lo que sà está claro es que, por ahora, la competencia entre navegadores en iOS sigue siendo limitada, y los grandes rivales de Safari no han tomado la iniciativa de ofrecer versiones con motores propios, a pesar de la apertura legal.
Este escenario ha moderado el debate sobre hasta qué punto debe llegar la regulación y cuál es el equilibrio adecuado entre la protección de los usuarios y la libertad de competencia. El resultado final de este pulso entre Apple, los reguladores y la industria determinará el futuro de la web abierta en los dispositivos móviles más populares de Europa y, quizás, del mundo.