Con la llegada de las vacaciones escolares y el aumento de tiempo libre, las familias se enfrentan a un reto: gestionar el uso de dispositivos electrónicos por parte de niños y adolescentes. El contexto actual, marcado por la falta de actividades presenciales y la escasez de alternativas de ocio, muchas veces desemboca en largas horas ante móviles, tablets o consolas, una situación que preocupa tanto a expertos como a organizaciones dedicadas a la infancia.
Más de uno de cada diez menores españoles entre 6 y 13 años dispone de llaves de casa y pasa mucho tiempo solo a diario, una realidad que se intensifica en verano. Esta soledad, lejos de desaparecer, se traslada al entorno digital. Mientras que las pantallas ofrecen diversión y conexión, también pueden acentuar el aislamiento y exponen a los más jóvenes a riesgos difíciles de controlar.
El aumento de la exposición digital durante las vacaciones

Estudios recientes confirman que, en verano, el uso de móviles y otros dispositivos crece notablemente entre los menores. El 40% de las familias reconoce que sus hijos están «más» o «mucho más» expuestos que en el resto del año. De media, los niños pasan ya más de dos horas y media al día frente a una pantalla, una cifra que sube los fines de semana y se dispara sin las restricciones escolares.
El acceso a smartphones se produce a edades cada vez más tempranas, alrededor de los 10 años, y las claves de casa llegan poco después. Esto supone que muchos menores combinan autonomía en el hogar con una gestión muy libre de su tiempo online. Paradójicamente, los expertos destacan que el móvil se ha convertido en un instrumento de supervisión para los padres, aunque su verdadero efecto es abrir puertas a internet y a posibles riesgos.
Además, el informe «Niños de la llave 3: la vida empantallada» revela cierta desconexión entre la percepción de los adultos y la evidencia científica: menos de la mitad de los progenitores reconoce la relación entre el uso excesivo de pantallas y consecuencias como problemas de sueño, ansiedad, falta de concentración o descenso en el rendimiento escolar. La soledad digital, la baja autoestima o las dificultades para relacionarse tampoco siempre se vinculan con el consumo tecnológico.
Un dato particularmente relevante es que casi un tercio de las familias no limita de manera efectiva el uso de dispositivos, y apenas el 43% recurre a herramientas de control parental. Otros optan por acuerdos verbales o escritos, que no siempre resultan efectivos ante la insistencia o la picaresca infantil.
Riesgos asociados y señales de alerta
Durante el periodo vacacional, la vigilancia familiar suele relajarse. Sin embargo, los especialistas advierten que el uso excesivo de internet puede derivar en problemas de salud física, emocional y social. Entre los síntomas más frecuentes figuran la falta de atención, irritabilidad, cambios en el sueño, aislamiento y bajo rendimiento académico. Esta presencia digital intensa, además, aumenta el riesgo de ciberacoso, grooming o acceso a contenidos inapropiados, especialmente en plataformas de videojuegos y chats abiertos.
El sistema de recompensa cerebral, estimulado por el uso de pantallas, puede consolidar hábitos adictivos y dificultar el autocontrol, en especial en adolescentes, cuyo cerebro aún está en pleno desarrollo. Se recomienda no exponer a los menores de tres años a dispositivos electrónicos; en los escolares, supervisar el tiempo online y promover actividades fuera del entorno digital.
Ante cualquier signo de aislamiento, irritabilidad injustificada o gasto descontrolado en actividades online, se aconseja buscar orientación profesional. Existen líneas de ayuda específicas y organismos especializados en prevención y apoyo a menores y sus familias.
Estrategias y soluciones para un verano digital seguro
Para evitar problemas mayores y fomentar un uso saludable de la tecnología, el control parental es una herramienta fundamental. Opciones integradas en la mayoría de sistemas operativos y apps permiten bloquear contenidos, limitar el tiempo de uso y supervisar el historial de actividad. Algunas, como la española Stay Free, facilitan el bloqueo de contenidos especialmente adictivos, como vídeos cortos o reels. También conviene consultar la guía completa para configurar controles parentales en tu iPhone para ampliar la protección digital de los menores.
El Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe) recomienda, por ejemplo, preparar los dispositivos antes de viajar (realizando copias de seguridad y habilitando la autenticación en dos pasos), evitar redes wifi públicas inseguras y educar a los menores en buenas prácticas digitales. El establecimiento de pactos familiares y normas claras sobre el uso de pantallas también ayuda a prevenir conflictos y proteger el bienestar infantil.
Otra tendencia en auge es el uso de dispositivos de localización, como los relojes inteligentes con GPS, que permiten a los adultos conocer en todo momento la ubicación de sus hijos. Estos dispositivos combinan funciones de comunicación, zonas seguras, botón SOS y gestión parental desde aplicaciones móviles, lo que aporta tranquilidad en excursiones, campamentos o desplazamientos vacacionales.
El equilibrio entre el tiempo frente a las pantallas y las actividades al aire libre resulta esencial. Animar a los niños a practicar deporte, leer, jugar o desarrollar habilidades artísticas ayuda a evitar la sobreexposición tecnológica. Además, los expertos insisten en que los padres también deben reducir su propio uso de dispositivos y disfrutar de momentos compartidos sin interrupciones digitales.
Este periodo vacacional representa una oportunidad para reforzar la educación digital en familia, revisar hábitos y apostar por alternativas saludables que permitan a los menores disfrutar de su autonomía sin perder de vista la protección y el apoyo de sus adultos de referencia. El control parental, lejos de ser una medida restrictiva, puede ser una ayuda para acompañar y cuidar a los menores en un entorno cada vez más digital.