Como sabemos, Apple está inmerso en uno de los casos más complejos a los que se ha enfrentado a lo largo de su historia. Desde finales del pasado año, Apple está acusada por la Comisión Europea de competencia desleal y favoritismo por parte del gobierno de Irlanda con la compañía norteamericana. Por ello, fue sancionada a pagar una suma que asciende a los 13.000 millones de euros.
A pesar de la negativa reinante ante tal veredicto en las oficinas de Cupertino, el litigio sigue abierto y la batalla legal entre el organismo acusador y la compañía acusada no ha hecho más que comenzar. Ahora, el gobierno norteamericano quiere tener la última palabra.
Tim Cook, CEO de la gigante tecnológica, se opuso rotundamente a dicha sanción, dejando claro que pondrían todos los esfuerzos necesarios para solucionar este conflicto en los tribunales, de manera más satisfactoria para la empresa. Aunque se esperan largas demoras en el juicio, que está previsto para finales del próximo año, el gobierno de Estados Unidos puede involucrarse en esta batalla legal para limar asperezas entre ambos bandos.
Según cita la fuente durante el día de ayer en Reuters, la administración de Trump quiere tomar la voz cantente en el asunto e interceder en este importante juicio, utilizando como argumento la aplicación retroactiva de las ayudas que Apple ha recibido del estado.
Aunque desde La Casa Blanca no se han pronunciado, Barack Obama ya se posicionó a favor de Apple, criticando duramente a la Unión Europea por querer aplicar una sanción implacable contra la gigante americana.
Seguiremos teniendo noticias sobre este aspecto, que a buen seguro nos tendrá ocupados intermitentemente durante bastantes jornadas, hasta dentro de casi año y medio.
En realidad, a los que deberían sentar en el banquillo es a Irlanda, y a UE por permitir este tipo de fiscalidades, tipo «tax heaven», y no a Apple que simplemente disfruta de algo que no era ilegal en su momento, aunque debería haberlo sido.