Parece el cuento de nunca acabar pero pero, porque no es un cuento. Es una realidad que sigue golpeando la salud de las personas, la economía de los países y las decisiones laborales y personales de cada persona. El COVID-19 sigue golpeando con crudeza y las medidas para paliar sus efectos siguen siendo muy dispares según los países de los que se trate. Con la idea de conseguir un COVID cero en China, las autoridades siguen planteando medidas drásticas que afectan al mundo entero, por ser ese país un motor de la economía del resto. Ahora, los proveedores de Apple se enfrentan a medidas restrictivas que pueden ir a peor y eso supondría escasez de componentes y dispositivos.
Foxconn, el mayor proveedor de componentes de Apple se está enfrentando ahora mismo a las nuevas restricciones impuestas por las autoridades de China, para paliar un nuevo brote de COVID-19. El gobierno chino no quiere que se vuelva a expandir y ha decidido cerrar determinadas empresas o bien restringir su forma de proceder. En el caso de Foxconn se ha instaurado de nuevo la medida que supone que sus trabajadores no pueden salir de las fábricas y por tanto deberán vivir en ellas. Tienen prohibido ver a familiares o cualquier persona ajena.
La empresa intenta minimizar esta medida pero se enfrenta a que si el brote empeora, las medidas serán aún más limitantes. Se espera que de momento los trabajadores sigan con la producción como hasta ahora, pero es probable que si las cosas empeoran o bien los trabajadores se agotan de las condiciones a las que se tienen que enfrentar, la producción decaiga y con ello el material para producir más dispositivos, lo que puede suponer un retraso en los pedidos e incluso un encarecimiento de los mismos.
Dos años y medio después, parece que la historia se repite. Esperemos que no de la misma manera.