El debate del llamado “scratchgate” del iPhone 17 Pro ha estallado tras la llegada del teléfono a las tiendas y a los primeros compradores. En redes y foros se han compartido imágenes de marcas visibles en la trasera y alrededor del módulo de cámara, especialmente en algunas unidades de exposición.
Las publicaciones se han multiplicado con frases como “se raya con mirarlo”, y varios creadores de contenido han puesto a prueba el terminal para evaluar su resistencia. Aunque la conversación pública ha crecido rápido, la compañía sostiene una explicación distinta y ha iniciado cambios en sus tiendas para evitar que el asunto vaya a más.
Qué es el “scratchgate” y por qué se habla de él

La polémica estalla cuando usuarios y testers reportan que, tras un uso mínimo o incluso en unidades de demostración, aparecen líneas y manchas que parecen arañazos en los iPhone 17 Pro. El término “scratchgate” se ha popularizado para referirse a este fenómeno, con mayor presencia en modelos de color azul vistos en escaparates y mesas de prueba.
Según estos testimonios, las marcas se detectan tras pocas interacciones y, en algunos casos, persisten después de una limpieza superficial. La conversación online ha comparado este episodio con otros “-gate” históricos de la marca, lo que ha contribuido a amplificar el foco mediático.
En las primeras pruebas de durabilidad, varios vídeos han mostrado que el chasis de aluminio anodizado puede exhibir marcas tras rozar soportes o accesorios. No obstante, los resultados varían en función del estado de esos soportes, el tipo de contacto y la presión aplicada, por lo que no todas las experiencias son idénticas.
Más allá del ruido, la cuestión central es si se trata de arañazos permanentes o de señales que se pueden retirar. Esa ha sido, precisamente, la línea del posicionamiento oficial de Apple.
La versión oficial: residuos y “transferencia de material”

Apple asegura que la mayoría de casos difundidos corresponden a residuos superficiales, no a daños en el acabado. Según explica, en expositores con soportes MagSafe antiguos o desgastados se produce “transferencia de material” al chasis, dejando un rastro que imita el aspecto de un arañazo.
La empresa indica que esas marcas se eliminan con un paño de microfibra y un proceso de limpieza adecuado. Además, subraya que no es un fenómeno exclusivo del iPhone 17 Pro: puede observarse también en otros productos con aluminio anodizado si se dan condiciones similares de contacto y desgaste.
Para atajar el problema en tiendas, Apple ha empezado a colocar anillos de silicona en los soportes de exhibición y a renovar accesorios que estaban deteriorados. También ha reforzado el protocolo de limpieza de las unidades de muestra, empleando soluciones indicadas internamente para retirar residuos adheridos sin afectar al material.
La compañía admite que los dispositivos ya afectados en exposición podrían no recuperar su aspecto original si hubo contacto prolongado con superficies agresivas, de modo que la prioridad es prevenir nuevos incidentes con expositores revisados y mejores prácticas de mantenimiento.
El módulo de cámara y el desgaste en los bordes

Otra vertiente del “scratchgate” se centra en los bordes del módulo de cámara. Técnicos de reparaciones han advertido que las aristas muy marcadas son un área sensible para el anodizado: con el uso, pueden aparecer pequeñas abrasiones cosméticas en las esquinas más expuestas.
Apple, por su parte, sostiene que el diseño del conjunto fotográfico sigue criterios similares a otros productos anodizados de su catálogo y que ha superado pruebas internas de durabilidad. Aun así, la compañía reconoce que es normal que el aluminio anodizado presente desgaste con el tiempo en puntos de mayor fricción.
Conviene diferenciar entre marcas cosméticas y daño estructural: las primeras afectan a la estética del dispositivo sin comprometer su funcionamiento. En la práctica, factores como el tipo de superficie de apoyo, la limpieza del entorno y el estado de los accesorios influyen mucho en la aparición de estas señales externas.
Quien quiera minimizar riesgos puede valerse de fundas y evitar accesorios deteriorados o con roces metálicos directos. En cualquier caso, la empresa remite a su soporte oficial para valorar cada situación y recomienda utilizar métodos de limpieza apropiados si se detectan residuos superficiales.
Como telón de fondo, el impacto reputacional vuelve a ser clave. La etiqueta “scratchgate” se suma a otros episodios virales que han marcado la conversación alrededor del iPhone. Más allá del ruido, Apple ha movido ficha en sus tiendas para reducir la incidencia y ofrecer una experiencia más consistente en los puntos de venta.
El escenario que queda es claro: hay casos de marcas visibles, una explicación oficial que apunta a residuos y medidas concretas en expositores y limpieza; también existe sensibilidad añadida en zonas como el módulo de cámara. Con todo, el problema se encuadra en el terreno cosmético y depende en gran parte del contacto con soportes y accesorios, por lo que la prevención y el cuidado del entorno de uso marcan la diferencia.