No obstante, dependiendo de la complejidad del video, en algunos casos será suficiente iMovie. Pero si queremos realizar ajustes de imagen hasta el extremo, es posible que requiramos de Final Cut Pro X. Entonces, si utilizamos ambos, ¿por qué no trabajar directamente con el programa profesional de Apple?
Muchas veces esta decisión no está tan clara en el momento inicial. Por lo tanto, desde que iMovie incorporó la función «enviar película a Final Cut Pro» generalmente empiezo utilizando iMovie y si la cosa se complica: muchas correcciones de color, varias pistas de video y audio, sincronización de clips, etc, acabo haciendo uso de esta fantástica función.
Lo primero decir que la exportación a Final Cut Pro es perfecta. No se deja nada por el camino y no informa sobre la incompatibilidad de alguna función, como ocurre al exportar con otros programas. Lo segundo, al estilo de Apple, en pocos segundos tenemos nuestro proyecto abierto en Final Cut Pro. Por último, Apple tiene estas dos aplicaciones totalmente optimizadas para nuestros Mac. Por lo tanto, hasta un Mac con prestaciones de usuario doméstico, puede manejar ambas aplicaciones con fluidez y soltura similares a un Mac con mayores prestaciones. La diferencia de rendimiento la encontraremos en la ejecución de determinados plugins o el trabajo de renderización final (cierre del proyecto).
Para acceder a la función, debemos tener abierto un proyecto de iMovie, pulsar sobre cualquier parte del mismo y buscar la función en: Archivo – «enviar película a Final Cut Pro»
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